¡¡¡¡ La batuta arranca señores, que ya estamos aquí !!!!
Y el concierto público fue creado. ¿Perdón…?
Fue en el s.XIX cuando se consolidó una práctica que hasta ese momento era más bien minoritaria dentro de la vida musical de Europa y que nosotros hemos asumido como algo absolutamente normal: los conciertos públicos. La consolidación de la burguesía como clase dominante, permitió que este tipo de eventos tuviera cada vez más un mayor auge del que hasta ese momento había tenido. Así, por todo el continente, se construyeron espacios públicos en los que se efectuaban conciertos a los que la gente con el dinero suficiente para ello, mediante el pago de una entrada, podía disfrutar de unas cuantas horas de música en vivo. Y digo unas cuantas horas, porque las jornadas, muchas veces podían llegar a ser maratonianas.
Folía de España
Esta semana les propongo escuchar más, y leer menos. Se trata finalmente de disfrutar de la música. Así que hablaremos de “les Folies d’Espagne” . Tema recurrente donde los haya durante todo el barroco y mucho tiempo atrás incluso. Su uso se extendió por varios siglos, casi todos los grandes nombres de nuestro canon musical en algún momento trabajaron con este tema. La folia es el soporte armónico y melódico de maravillosas obras que en las más variadas presentaciones han ido mostrando la maleabilidad de este tema.
El mago
“Cuando murió Celibidache me sentí huérfano”. Son las palabras que me dijo uno de mis más queridos profesores para describir el nivel de apego que sentían muchos alumnos por el maestro, por Celibidache.
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Cuatro que son ya ocho
Cuando en 1723 Antonio Vivaldi escribió su opus 8 bajo el nombre de “Il Cimento dell’armonia e dell’inventione” y que publicaría en Amsterdam dos años después, no imaginó que dentro de la obra había cuatro conciertos para violín que le garantizarían la inmortalidad.