27 de enero de 2018.
Cuenta Plutarco que al poco de ser ungido como emperador de Roma, Cayo Julio Cesar anunció que se divorciaba de su esposa Pompeya Sila. La causa era que Pompeya había asistido a una saturnalia, festejo de tipo orgiástico, común entre la aristocracia romana, y que pese a no haber participado activamente dentro de ella, su sola presencia comprometía el prestigio del nuevo emperador. Plutarco pone en boca de Julio Cesar esta famosa frase para explicar su divorcio: “La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo.”
Esta pequeña mención histórica me vino a la cabeza el pasado jueves 18 de enero, cuando tuve el gusto de asistir al que podría ser calificado de un verdadero performance musical. El tema central de nuestro concierto/performance era rememorar un evento que causó un tremendo revuelo en su época: la coronación de Jorge II como rey de Gran Bretaña e Irlanda. El nuevo monarca, coronado en la magnífica abadía de Westminster, puso mucho énfasis en que la ceremonia de su coronación tenía que ser todo lo fastuosa y solemne posible, como si de una representación teatral se tratase, ya que el prestigio de su nación descansaba sobre su propio prestigio personal. El rey de Gran Bretaña y su corte, tenían que ser y aparecer ante el mundo como la esposa del César: dignos y honrados. Lo que sucedía en la realidad es cosa muy diferente, los líos y odios profundos que se tenían entre los miembros de la familia real, están más que documentados, pero ante su pueblo y el enorme cuerpo de embajadores asistentes ese 11 de junio de 1727, el rey Jorge tenía que ser la cabeza visible de un imperio floreciente y cabeza de la iglesia anglicana. Para tal efecto se organizó una ceremonia donde G.F. Händel presentó cuatro nuevos anthem, forma musical religiosa típicamente inglesa, escritos especialmente para la ocasión y que marcaban además, el primer acto oficial del compositor como súbdito de la corona inglesa, ya que el último acto del difunto rey Jorge I, fue firmar el acta de naturalización del maestro.
Hay muchas referencias de los planes para la ceremonia y de cómo finalmente se desarrolló. Parece ser que las cosas, finalmente no fueron todo lo bien que se planearon. Entre desajustes en la sincronía del coro, supresión de obras anunciadas, y un largo etc, la coronación no fue tal como la pensó el rey Jorge, pero de cualquier modo, fue un evento que causó un tremendo revuelo en toda Europa. Además de los cuatro anthem escritos por Händel, se tocaron seis composiciones de maestros ingleses que habían sido ya utilizadas en ceremonias de coronación anteriores, incluyendo la letanía de Thomas Tallis, O God the Father of heav’n de estilo responsorial y el Te Deum de Orlando Gibbons, junto a cinco anthems más. O Lord, grant the King a long life, de William Child, fue el primer himno y la primera pieza musical interpretada en la ceremonia, pese a no estar prevista en el orden de la coronación. El anthem de Henry Purcell I was glad when they said unto me, estaba programado para ser ejecutado, pero una crónica posterior a la coronación redactada por el Arzobispo de Canterbury, indica que “el himno fue omitido por negligencia del Coro de Westminster”. Come, Holy Ghost, de John Farmer, sería ejecutada en el momento de la Anunciación, tras el juramento del rey, para concluir el repertorio con dos anthems más de John Blow, Behold O god our defender y God spake sometime in visions.
Si agrupamos todo el repertorio programado para la ocasión, tenemos más de hora y media de música solamente, si a ello aunamos las procesiones, los toques de trompetas y todo el boato que acompaña a un evento como este, os podréis imaginar lo extenso de la ceremonia. Los británicos siempre se han mostrado muy orgullosos de mostrar al mundo la dignidad de sus reyes y la coronación de Jorge II es uno de esos grandes momentos de “pompa y circunstancia”, así que, los que vivimos la experiencia de estar en la Sala Pau Casals de l’Auditori, el mencionado jueves 18 de enero, pudimos disfrutar de un atisbo de lo que pudo ser aquella mítica coronación.
The King´s Consort dirigidos por su fundador Robert King, nos trasportó admirablemente a la ceremonia antes descrita. La agrupación es especialista en el repertorio presentado. Llevan muchos años trabajando sobre él, y la manera de abordarlo, llena de austeridad y sobriedad, hace brillar muy particularmente este tipo de obras. No se encontrará nunca ni un atisbo de exceso, o si se quiere, de la fuerza desbocada más propia del estilo italiano o francés; aquí, la contención, la proporción, el control de cada elemento, es fundamental, y no por ello se resta nada en su belleza, por el contrario, es solo así, que Purcell, Händel o Gibbons pueden sonar en toda su plenitud, llenos de una profundidad que a muchos en el públicos nos causó un impacto tremendo.
Todo estaba pensado, desde la procesión de trompetas y tambores que rememoraba la entrada del rey a la abadía de Westminster, hasta la proclamación del mismo rey y posterior aclamación por sus súbditos, todo estaba en su lugar y en su momento. Quizás lo único que lamentamos algunos, fue que en la procesión final, cuando los tambores y trompetas abandonaron la sala acompañando al recién coronado rey, algunos asistentes del público comenzarán a aplaudir en medio de la mencionada procesión, rompiendo con ello la magia creada por los músicos.
Sin duda, el sabor británico lo impregnó todo y The king´s Consort logró un concierto estupendo. Cómo nota final hemos de mencionar que justamente “Zadok the Priest” el segundo de los himnos escritos por Händel para la ocasión y que fue interpretado en el momento de la unción del nuevo monarca, fue adaptado en 1992 por Tony Britten y es ahora utilizado como himno de la Champions League, curiosa metamorfosis la de un himno de unción.