¿Quién no ha jugado un partidillo de fútbol con los colegas un fin de semana, y tras dar algunos pases óptimos (y alguna asistencia necesaria) ha salido con la firme y seductora idea de ser ese gran jugador que el Barça, hace tiempo necesita para completar su alineación?.

 

Ese gusanillo de la celebridad, se nos mete lentamente en la cabeza.  Nos parece que quizás no hemos explotado el inmenso talento que hay en nuestras piernas. Afortunadamente para muchos, la desidia, mezclada con la flojera y una pizca de rutina crónica, rematada con un mucho de miedo, nos apartan de esos pensamientos.

Al final, no hacemos nada nuevo. Nada que vaya en ese sentido. Continuamos con nuestras vidas tal y como van. Finalmente, ya mola lo suficiente con ser ( o creer ser ) el mejor de nuestra «colla», de colegas que de cuando en cuando y justo antes de unas cervezas, nos vamos a dar unos pases y le llamamos a eso jugar al fútbol .

En música, esto es como no puede ser de otro modo, algo más que común. Los conservatorios y escuelas de música están llenos de chicos y chicas que están cursando estudios musicales, con la secreta( y a ratos no tan secreta) certeza, de que con los años, serán “un gran” músico.

Durante mis años de conservatorio, conviví con muchos aspirantes a genio musical. Había otros, que consideraban que la posteridad les tenía reservada una corona de laureles. Y otros, que incluso te miraban y hablaban como afectados por una grave enfermedad psicomotriz.

Uno de estos entrañables compañeros (lo soñador, no resta calidad humana) se deprimía con la sola idea de ser un compositor más. Él quería ser, por lo menos, igual que Brahms. Un figura, el Cristiano Ronaldo de la música.
Da ternura acordarse ahora, años vista, de las interminables charlas que teníamos él y yo. Digo ternura, porque con los años, él dejó  la música y ahora no sé muy bien lo que hace. Seguro que con los años, también sigue siendo una entrañable persona.  Quizás a ratos, en lo íntimo,  un domingo por la tarde (después del partidillo) , piense, que a lo mejor, hubiera sido genial sólo hacer música.  Lo de “gran”,  ya vendría después. También puede que piense, que la vida es injusta y miserable y que la prosaica lucha por las lentejas lo ha “obligado” a dedicar su vida a otra cosa más mundana. No lo sé. Solo sé, que como él hay muchos. Cientos y cientos de seres que se han negado la maravilla de ser solo uno más. Un músico, un “simple” músico, un humilde y pequeño artista más y disfrutar con ello. Se han negado la música en sus vidas y no puedo dejar de sentirme triste por ello.
Cierto es, que personajes como Beethoven, tenían una peculiar auto concepción de sí mismo. Pero Beethoven, no puede ser tomado como modelo en casi nada en la vida, salvo, obviamente, en música.


Realmente en todos los tiempos, la grandeza artística, ha llegado a muchos de la manera más natural, y en muchos casos, sin buscarla o incluso odiando lo que esto traía a sus tranquilas vidas. En lo personal, me parece que la música ya te da demasiado en tu vida, como para pedirle, además, que te saque del anonimato.
Decía Carlo Maria Giulini, que ésto de ser músico, era fantástico. Te vistes bien, con mucha elegancia, trabajas en lugares lujosos y muy bellos, haces música y además, o maravilla, ¡¡te pagan por ello!!. Pues para mi gusto, hay muchos, que encima quieren ser famosos.

Aquí cabría una aclaración, que dará pie a nuestro siguiente post. No es lo mismo ser un “gran “músico, «una gran celebridad», que ser un buen músico. La historia, ha tenido muchos grande,s que con el tiempo dejaron de serlo.  Otros tantos, que fueron tan sólo humildes músicos y que tras pasar los años, han cambiado la manera de hasta entender la música.