Seguramente al viejo cantor de la iglesia de Santo Tomas en Leipzig, que todos los días comenzaba su jornada de trabajo  a las 5 de la mañana, ( a las 6 en invierno ) llegando a sumar en ella hasta 16 horas diarias; su labor, le parecía simple y llanamente su deber, su trabajo, algo de lo que estaba profundamente orgulloso. Es difícil imaginar, que él mismo tuviera conciencia de lo que esta dedicación  metódica y entregada  supondría para la historia  de la música en todo el mundo. Johann Sebastian Bach es, sin duda, uno de los pilares de nuestra tradición. Pero, ¿porqué su obra es y ha sido, tan importante para las generaciones que le siguieron? Marcando una fuerte influencia  no sólo en  autores clásicos, como Mozart o Brahms, sino, incluso en músicos modernos  como los Beatles o Duck Elington.

Johann Sebastián nació dentro de una dinastía larga y muy basta de músicos que dedicaron su vida a la música. Johannes (Hans) Bach, que fue músico municipal en Gotha y Wechmar y del que solo sabemos el año de su fallecimiento (1626), inició esta dilatada saga de dedicados y laboriosos músicos, que conformaron una extensa y solidaria red que se extendió por toda la antigua región de Turingia. A tanto llegó la identificación del apellido Bach con el oficio de músico, que cuando se dio una vacante en el coro de la capilla de Arnstadt, en 1693 , la corte, urgentemente mandó llamar a “un Bach”.

Esta numerosa red familiar, siempre se mantuvo muy unida y cuando uno de sus integrantes, se veía en apuros, el resto de sus elementos se organizaba para auxiliarlo. Esto quedó patente cuando, el 20 de febrero de 1695, tras de una repentina enfermedad, moría Ambrosius Bach padre de  Johan Sebastian, dejándolo desamparado del todo, debido a que apenas en marzo del año anterior, su esposa Elisabeth, también había fallecido.

Los resortes internos del Clan Bach, se movieron en ayuda del  muchacho que apenas contaba con 9 años y que  tuvo que sufrir, no solo la muerte de sus dos padres en menos de un año, si no, el verse desarraigado de su lugar de nacimiento y trasladarse al pequeño pueblo de Ohrdruf  donde su hermano mayor Christoph, organista en la iglesia de San Miguel de dicho pueblo, se encargaría de su educación y cuidado.

La terrible experiencia, causó en el carácter del futuro maestro, una herida que  marco su desarrollo psicológico. Al verse de golpe desamparado, asumió conciencia  de que solo se tenía así mismo. Que el resto de personas  lo ayudarían puntualmente, pero que sólo tendría que salir adelante. Ello generó en él una autosuficiecia muy característica.

Con su hermano aprendió las bases que lo llevarían después y por puro esfuerzo personal, a los niveles artísticos que alcanzó, pero sobre todo, interiorizó algo que fue fundamental en la vida de Sebastián; saberse poseedor del ”amor y aptitud para la música” . Se asumió dentro y  parte, de una larga tradición familiar, en la  que creció y de la que se mantuvo siempre muy orgulloso de pertenecer. Raices que lo llevaron años después, a realizar, desde  una minuciosa genealogía familiar,  hasta comentar  las obras de sus familiares vivos y muertos. Así se revela, admirado por el primo de su padre, Johann Christoph Bach del que dice que era “un compositor profundo», y por su suegro, Johan Michael Bach, del que dice era “un compositor solvente“.  Él a su vez, hacía su aportación al acervo común con sus obras (aunque éste fuera en su naturaleza,  tanto en calidad y abundancia, algo  sin precedentes en la familia) .

Ocho años después de aquel tremendo 1695, nos encontramos al joven Sebastian recién graduado de sus estudios en la escuela de San Miguel y en posesión de su primer trabajo como músico de Corte en Weimar, ganándose la vida ya por cuenta propia,  haciendo gala ya de  una curiosidad infinita por aprender y lograr el mayor y mejor nivel profesional. Nivel que queda patente en las horas de estudio que dedicó en este período a cuanta música caía en sus manos, analizando y desentrañando los secretos de la mencionadas obras, comenzando ya, tímidamente, a fraguarse una sólida fama como virtuoso al órgano, siendo esto, cosa muy extraña para la época en un hombre de tan corta  edad.

Otra característica que lo distinguiría para toda su vida, fué su  carácter fuerte y explosivo. En 1705, mientras ocupaba ya el cargo de organista en la ciudad de Arnstadt,  tuvo que comparecer ante el consistorio por un pleito callejero. Si bien él no había comenzado en la calle, sí lo hizo durante un ensayo, al llamar de manera despectiva a un estudiante de nombre Geyersbach,  “ZippelFagottist” (algo así como «alevín de fagotist» o «cría de fagotista»). El mencionado Geyersbach, solicitó una disculpa al terminar el ensayo, misma que Bach, no sólo no le dió, sino que se reafirmó en su decir. Las cosas fueron a más y las dagas salieron a relucir. Afortunadamente, el resto de alumnos sofocaron el incidente. El consistorio fallo en principio a favor de Bach pero agregó “podría muy bien abstenerse de llamar a Geyersbach ”ZippelFagottist “ de manera que se evitaran en adelante las pendencias de este tipo, especialmente porque él (Bach) tenía reputación de llevarse mal con los estudiantes». Sucesos como éste, salpican la biografía del maestro, que podía soportar estoicamente que se le insultara, incluso personalmente, pero no así a su trabajo, motivo por el cual montaba en cólera y podía sacar una faceta francamente violenta  en él.

En próximos post continuaremos analizando la figura de J.S.Bach.