Hace unas horas en la ciudad de Barcelona, se ha entregado el premio al catalán del año, o para decirlo con corrección, en estas épocas en que un error de este tipo cuesta más de lo imaginable “al Catalá de l´any”. Este premio tuvo su primera edición en el año 2000, convocado por el “Periódico de Cataluña”.

Su primer galardonado fue el ex ministro de sanidad asesinado hacia muy poco tiempo por la banda ETA, Ernest Lluch.  A lo largo de estos ya 14 años, han recibido este premio que se otorga por votación popular nombres como: Pau Gasol, Ferran Adrià, Joan Manuel Serrat, el científico Joan Massagué, Pascual Maragall o el cooperante Vicente Ferrer. Todos lustrosos nombres de indudables meritos y que muestra claramente, el tono y el talento en las más diversas areas de la sociedad catalana. Este año, para mi gran sorpresa, un día mientras hacía penosamente footing, ví un cartel con la fotografía del maestro Jordi Savall. Queilusión me dió aquello. Y por un momento soñé con que este año nos tocaría a los músicos clásicos, que estaríamos inmejorablemente representados, por un maestro de semejante envergadura.

Además del mencionado maestro, había otros interesantes nombres, y para citarlos, reproduzco textual un trozo de la nota de «El periódico de Cataluña» en su edición del 10 de Marzo :

“Entre los finalistas hay campeones del mundo como la nadadora Mireia Belmonte, el piloto de MotoGP Marc Márquez y el ex azulgrana Carles Puyol; personajes de la música y la escena teatral como el violagambista Jordi Savall, la cantautora Silvia Pérez Cruz y la compañía Dagoll Dagom; el periodista Jordi Évole, director y presentador de Salvados (La Sexta); el doctor Eduard Gratacós, el director de Médicos Sin Fronteras, Joan Tubau, y la activista solidaria sor Lucía Caram. Todos estos candidatos han hecho suficientes méritos durante el 2014 para llevarse el galardón de Catalán del Año.»

Tras ver la lista de finalistas ví que habían nombres de una  importancia a nivel internacional, campeones deportivos de alto nivel o científicos de prestigio. Entre ellos, el maestro Savall a mi me seguía pareciendo el más indicado para recibir de sus conciudadanos, un premio ya no solo como dice simplistamente  la nota «a sus meritos durante el año 2014», si no ha toda una vida dedicada a la música, siempre con una calidad extraordinaria. Cierto, eso era mi personal apreciación, que si se quiere estaba sesgada por la profunda admiración y respeto que tengo a un personaje como Savall.

Tras unos días, fuí aterrizando en nuestra realidad, dándome cuenta de que, la exposición mediática de muchos de los candidatos era mucho mayor. Y peor aún, que los méritos que algunos de ellos lucían, son mucho más valorados socialmente, que ser el mejor violagambista de los últimos tiempos. Aquello, debo confesar, me entristeció tremendamente, porque hay muchas razones para que ello sea así, y quizás una de ellas y la que más clama al cielo, es que, mientras en esta tierra haya gente con hambre, desahuciada, estafada o padeciendo la mil y un injusticias de esta galopante crisis, el arte y sus agregados son totalmente prescindibles. Alguien con hambre no puede pensar en hacer otra cosa que en cubrir esa necesidad, alguien que ha sido expulsado de su casa o estafado por su banco, no puede imaginar disfrutar con las filigranas del maestro Savall, y esto es solo un primer círculo de causas. Se unirán a estas, las de educación y los de la nefasta política que lleva años ejerciendo todas las administraciones sobre las artes y la cultura.

Al final me dí cuenta que era casi imposible que Savall saliera elegido y que ya mucho era que estuviera entre los «10 magníficos». Me conformé con que estuviera entre la terna finalista. Durante unos dias parece ser, Savall fue el tercero en la lista, al final no pudo ser este horizonte. Ni Jordi Evole y su ironía, ni las investigaciones del Doctor Gratacós, ganarón la partida. La fuerza reivindicativa de la hermana Lucia Caram (digna ganadora),  fueron más apreciados que el sutil arco o los fraseos exquisitos del maestro Savall.

Lo que no deja de ser amargo es que esto es un premio popular. Que una administración no te reconozca enfada, pero al final siempre te queda aquello de las luchas políticas, o la sempiterna ceguera de nuestros políticos, pero que tu gente no te vea, eso al menos a mi me deja un regusto amargo, y me dice que este resultado es síntoma de donde estamos como sociedad, o mas claramente, donde nos ha dejado el vendaval que hace muy poco nos ha pasado por encima.

No pongo en duda los innegables méritos de los 9 candidatos restantes, ni el valioso trabajo de la finalmente ganadora. Todos y quiero dejar claro esto, todos son estupendos candidatos, muestran, repito, la pujanza de la sociedad catalana, pero, Savalls de verdad hay muy pocas veces en la historia y no nos estamos dando cuenta de ello.

Esto como mínimo, es desasosegador.