Seguramente querido lector, te has visto en la ocasión de asistir a algún concierto sinfónico, con la novedad de que en el programa, hay, además de quizás algún concierto para piano de Rajmáninovf, y una sinfonía de Dvorak; programada una obra de las llamadas contemporáneas.
No niegues que, como mínimo, algún aspaviento de sorpresa has llegado a hacer. Y la verdad es que, fascinarte la idea de estar sentado en tu butaca escuchando durante, digamos, 15 min. una obra que a ti (como a muchos) no te dice ni emocional, ni físicamente, pues no te hace mucha ilusión.
Te preparas, haces acopio de paciencia y con cara grave y mirada profunda te preparas para pasar el trance, lo bueno viene después. ¿Cuanto tiempo son 15 min?.
Y así comienza la obra y tú ya desde el minuto 2 vas más perdido que un camello en la Rambla Cataluña. Aprietas los dientes, y suspiras profundamente. Volteas sigilosamente a tu lado y ves a personas como tú, que con mirada vaga le ponen ganas para llegar a la otra orilla. Al final, la obra termina y tú aplaudes entusiasmadamente ya no por lo que has oído, si no por lo que viene. Y puestos aquí, yo siempre me pregunto, ¿Esta es la música de mi tiempo? ¿De verdad?.
Sé que al ser músico profesional mi caso es casi de inquisición, pero muchas veces si me pusieran a escoger, preferiría escuchar una buena sesión del difunto B.B. King que una obra por ejemplo de Stockhausen, tótem de la llamada música contemporánea. Me dice mucho más la música de King, y esto es creo parte del problema. La música contemporánea no habla el lenguaje de la gente de su tiempo, de la gente normal que vive allá afuera de la torre de marfil en la que muchos creadores viven. La vanguardia durante muchos años y podríamos decir casi desde que nació, no se preocupó nunca del público. Incluso hay compositores que no han ocultado su franco desprecio por el gusto del público y creyendo que ellos son casi como unos profetas ungidos sabe Dios porque divinidad, trabajan sin atender en absoluto a los gustos de la calle, del ciudadano medio, básicamente porque muchos de ellos cuentan con una muy interesante subvención oficial.
Pero creo que realmente el problema no estriba tanto en el lenguaje, si no en un verdadero cambio de paradigma que hace que la música contemporánea lleve unos 15 años muerta y enterrada. Si partimos del hecho de que el concierto tal y como lo conocemos es un acto consagrado en el siglo XIX por una burguesía culta, en el que se va a disfrutar de obras que entran dentro de los paramentos culturales de esta burguesía, la vanguardia comienza a no tener lugar en el concierto tal y como lo conocemos. A esto hay que agregar que incluso esta institución, el concierto como acto social, comienza a tener francos problemas en nuestros días, la gente lleva mal por muchos cambios de nuestra sociedad, llegar y sentarse durante digamos 1 hora y media a escuchar música, sin mayor estímulo de otra índole, y estamos hablando de obras conocidas , consagradas en el canon cultural de nuestra civilización, obras que bien o mal nos dicen algo, nos suenan, en un lenguaje conocido, imaginen obras en un lenguaje totalmente extraño y que además no le interesa en lo más mínimo hacerse entender.
Para que se pueda ver el alcance de lo que digo, pondré un ejemplo muy claro. 40 años después de muerto Mozart, no existía nadie en Europa, con una cultura media que no supiera quien había sido el maestro de Salzburgo. Hoy a más de 50 años de la muerte de Arnold Schönberg hay muy pocos profesores de universidad o gente culta que sepan quien fue este compositor tan importante en la historia.
Creo que queda muy claramente expresado de lo que estamos hablando. La música contemporánea vive hoy asistida por subvenciones y animada por un reducido nicho de colegas o iniciados, esperando que 100 o 200 años después se canten o se vean sus obras como las ven hoy ellos. Pero sinceramente creo que en muchos casos esto no sucederá, en otros, incluso ya sucede, porque esto es también de justicia decirlo, hay grandes autores que hablan con un lenguaje complejo, pero que la enorme calidad de su obra terminará siendo aceptada por el gran público, pero, esto son los menos.
Así que… ¿Cual es la música de nuestro tiempo? Eso ya es materia de próxima entrada.
Entonces tengo que escuchar alguna obra de Arnold Schönberg, algún consejo?
La puerta de entrada a su obra está sin duda en “la noche trasfigurada”, es una obra monumental. Te recomiendo que la escuches sin prisas y que las escuches desde dentro, es una obra muy perturbadora. Otra obra es “Pierrot Lunaire” es un siclo de canciones realmente brillantes. Un place, saludos.