Una generación anterior a la del maestro  vió como Sir Isaac Newton revolucionaba el mundo de la ciencia; ya no solo por sus logros  científicos, tales como el descubrimiento de las diversas leyes físicas, misma que en opinión de varios eminentes científicos, hubieran sido postuladas por otros también muy ilustres hombres de su época. Lo revolucionario en Newton es que en sus trabajos busca  establecer la unión de Dios y la naturaleza; o como el mismo lo dijo “mis actos apuntan a los actos divinos”. Esto lo llevó no solo a estudiar y trabajar  en lo que ahora conocemos como ciencia instrumental, sino a explorar campos como la alquimia y la magia.

Este buscar la unión de la naturaleza con Dios es lo que anima también  a Bach a explorar en la ciencia musical; explicar cómo y porqué estos fenómenos  musicales son o pueden ser, así como sus relaciones con lo natural.

Él mismo como maestro, en su método de enseñanza, integra en un todo, los principios del bajo contínuo, la armonía y el contrapunto, hecho para la época absolutamente revolucionario. En este modo de trabajar con sus alumnos que se diseminaron por toda Europa llevando con ellos el  método de su maestro, creó un nuevo concepto de arte musical, donde todos los preceptos a seguir en la composición y la ejecución, estaban basados en la más absoluta experiencia práctica y demostrados por una comprobada sabiduría musical. Bach teoriza desde la más absoluta práctica, uniendo en su música teoría y práctica en un todo perfecto.

Cuando décadas después de su muerte, Beethoven se refiere sobre Bach como “el padre de la música”,  es porque, sé da cuenta al haber sido él mismo  alumno de un pupilo de Bach, de lo que el nuevo sistema establecido por Bach significa en la música. La música, en ese momento, al carecer de un pasado “clásico” en donde apoyarse, tiene en la ciencia musical de Bach  un marco estable y sólido, mismo que ningún otro autor por más genial que haya sido, había podido aportar como lo hizo Bach.

Ahora bien, Bach cuando trabaja buscando  la perfección artística, lo hace sabiendo que al menos para su época, el concepto de perfección es exclusivo de Dios y su creación. Pero, la perfectibilidad sí estaba al alcance del hombre, y es justo esto lo que en su día a día busca cuando trabaja, el mayor grado posible de destreza, balance, y equilibrio de la partes con el todo, trabaja buscando la unidad final, como la creación está unida al creador en uno solo, así cada obra escrita por Bach aspira a trasportarnos a la vivencia clara y vitalizadora de la unidad con el todo, a vivir la armonía de nuestro ser siendo.

Un autor de la época, se refiere a sí sobre este fenómeno: “ Dios es un ser armónico. Todas las armonías dimanan de su sabio orden y organización (….) Donde no hay conformidad, tampoco hay orden, ni belleza, ni perfección. Pues la belleza y la perfección consisten en la conformidad de lo diverso.”

Ahora bien, Bach para llegar a esto, trabaja desde la más absoluta naturalidad. Su método de trabajo está exento totalmente de comportamientos de tensión, lucha u obsesión alguna, como las que observamos  décadas después en autores digamos, atormentados, como Beethoven, que, literalmente, luchan cuerpo a cuerpo con el material musical.  Más bien su arte es un acto de libertad absoluta, un acto que le proporciona un “plácido pasatiempo y entretenida ocupación.”

Al tratar un tema cualquiera veía aquello como el reto de descubrir sus cualidades armónicas latentes, de encontrar su propia naturalidad, de manera que al concluir la obra todo estuviera perfectamente ensamblado en un todo congruente. En su trabajo había rigor y exhaustividad puestas al servicio de poder mejorar a la misma naturaleza.


Continuará…