El verano con sus calores, sus baños y sus múltiples actividades nos permite renovar fuerzas, afinar los objetivos y prepararnos para nuevos proyectos. Pareciera que todo se detiene, hay menos conciertos, los festivales de verano incluso descansan unos días. Este pequeño blog lleva ya varias semanas de vacaciones, el cooltureta y su batuta está invernando en verano. Pensando y ajustando temas, sentires, pálpitos, datos y sobre todo sensaciones que darán materia a las próximas publicaciones.
En este tiempo apetece irte al bosque y escucharlo cantar en medio de la chicharra que cae. Tenderte en la arena de la playa, aguzando los sentidos para conectarte con el mar y el viento que sopla. Andar por la ciudad mientras devoras un buen helado y el color y la actividad que te envuelve te estalla en la cara. En verano apetece vivir de afuera hacia dentro, vaciarse por completo y llenar ese vacío con nuevas y luminosas vivencias.
En verano la música no para, pero suena de otro modo por que proviene de otra parte. Se emite desde la más absoluta vivencia y así nutre y da sentido a los sonidos que cantaremos en próximas fechas.
Cuando se ha disfrutado de las cosas de este mundo no se puede ser mal músico, porque se sabe vibrar con la vida, y tu vida forma parte de manera orgánica de un todo que nos supera.
Seguimos en el camino.
Agradable sorpresa: F.M. además de buen músico es poeta. La música este verano también está en los parques. Como alumna aplicada he escuchado en un jardín «Preludio de la suite para violoncelo nº 3» y «Preludio de la suite para laúd nº 2» pero J.S. B. sigue siendo un amante esquivo con el que me resulta difícil tener complicidad. Dicen que esta noche hay «Luna Azul», la segunda luna llena del mes, un raro fenómeno que sólo se repite cada tres años, y es noche de juegos y de magia. Veremos si un hechizo me convierte en adicta al queTon Koompan considera el compositor central de la historia de la música. Pero está lloviendo. Habrá que recurrir a la imaginación, la herramienta de la supervivencia,