Fue en el s.XIX cuando se consolidó una práctica que hasta ese momento era más bien minoritaria dentro de la vida musical de Europa y que nosotros hemos asumido como algo absolutamente normal: los conciertos públicos. La consolidación de la burguesía como clase dominante, permitió que este tipo de eventos tuviera cada vez más un mayor auge del que hasta ese momento había tenido. Así, por todo el continente, se construyeron espacios públicos en los que se efectuaban conciertos a los que la gente con el dinero suficiente para ello, mediante el pago de una entrada, podía disfrutar de unas cuantas horas de música en vivo. Y digo unas cuantas horas, porque las jornadas, muchas veces podían llegar a ser maratonianas.
El reciente fallecimiento de nombres tan significativos como Pierre Boulez, Umberto Eco o Nikolaus Harnoncourt nos hace, en una primera reacción, sentirnos solos, extrañamente solos. Creo que no exagero si digo que varias generaciones crecimos bajo la amplia sombra que personajes tan brillantes proyectaron sobre nosotros. Su actividad, siempre incasable, estuvo llena de una profundidad y de una solidez intelectual que marcó a fuego el desarrollo de muchos, entre los que me cuento. Somos, y en mi caso uno de sus más humildes, hijos intelectuales de seres tan extraordinarios.
Hace unas horas en la ciudad de Barcelona, se ha entregado el premio al catalán del año, o para decirlo con corrección, en estas épocas en que un error de este tipo cuesta más de lo imaginable “al Catalá de l´any”. Este premio tuvo su primera edición en el año 2000, convocado por el “Periódico de Cataluña”. (más…)
Hoy, muy pronto, he desayunado con la sorprendente noticia de que Ibermusica, empresa emblemática dentro del mundo de la música clásica en España, está en quiebra. Durante décadas su director y fundador Alfonso Aijón, ha logrado traer a este país a las más grandes figuras internacionales dentro de este mundo.