Y entoces la voz se llenó de luz.

Y entoces la voz se llenó de luz.

Barcelona tiene con la obra de Bach un lazo muy especial. El idilio viene de antiguo y seguramente tiene en el 27 de febrero de 1921 uno de sus más icónicos momentos, pues fue en esa fecha que el Orfeó Català estrenó en España la Pasión según San Mateo.

.

A partir de esos maravillosos años, Barcelona tiene una cita irrenunciable con las Pasiones del maestro de Leipzig y así, temporada tras temporada, vemos el Palau de la Música, atestado cada año para disfrutar de ellas. En este año, la San Mateo fue presentada el pasado 30 de marzo, por un conjunto integrado por varios grupos de reconocido prestigio. En la parte coral, los encargados fueron Vox Luminis, el  aclamado conjunto vocal belga, acompañados por la Freiburger Barockorchester, viejos amigos nuestros, ya que han visitado con frecuencia el Palau, siempre con una éxito sonado. A ellos se sumaron en la primera parte de la obra, la participación del Cor Infatil de l’Orfeó Català que dirige la maestra Glòria Coma. Todo este conglomerado de artistas fue dirigido, desde su lugar como bajo del segundo coro de la pieza, por el maestro Lionel Meunier, director desde su fundación de Vox Luminis.

Huelga decir, que la de San Mateo es una obra compleja y muy densa. Es sin duda todo un reto para cualquier conjunto que se atreva a presentarla. Pero las cosas se vuelven aún más difíciles, si lo haces sin un director que coordine la ejecución. Lionel Meunier fue el encargado de preparar la obra y de conjuntar todos los criterios necesarios para la presentación del día 30 de marzo, pero no fue él, el que guió la obra esa noche, pues como ya lo mencioné, el maestro estaba, como suele hacer, cantando como uno más con sus compañeros. Fueron más bien los dos concertinos Petra Müllejans en la primera orquesta y Péter Barczi en la segunda, los que desde su asiento, coordinaron algunos momentos, sobre todo desde el punto de mantener la cohesión de la ejecución. Pero hubo algunas arias en las que la cuerda no participo, y ahí el peso recayó en los músicos que intervenían, como oboes o flautas solistas y ello hizo que aquellas arias no funcionaran del todo bien, simplemente porque no había nadie que diera la certidumbre de estabilidad rítmica.

Poniendo como ejemplo el aria para tenor Ich will bei meinem Jesu wachen que cuenta con un solo de oboe y parte de corno inglés, pero que viene precedido del arioso O Schmerz que lleva parte en este caso para dos cornos ingleses. Ambas partes, las de oboe y las de corno inglés las tocan los mismos músicos y tienen muy poco tiempo, para culminar un número y cambiar rápidamente al otro instrumento, sobre todo el oboísta solista, que es además el que inicia el aria. En nuestro caso el maestro Thomas Meraner tuvo que ser auxiliado por su compañera de atril, sosteniéndole el corno inglés que acababa de tocar, porque simplemente no logró dejar un instrumento y preparar el otro, dando como resultado un inicio muy deslucido para la enorme calidad musical del maestro Meraner, que debió de pasarlo mal durante toda el aria, pues se le veía muy agobiado.

En una ejecución al uso, este tipo de situaciones son mucho más difíciles que pasen, pues el director espera a que todos estén listos antes de dar la entrada de inicio y los solistas tanto vocales como los atrilistas, están mucho más relajados.

La parte vocal fue simplemente memorable, Vox Luminis lució y de qué manera, con una sonoridad perfecta, absolutamente ensamblados y dando muestra de porqué son considerados uno de los mejores grupos vocales del mundo. Las partes solistas, asignadas a miembros de Vox Luminis todas fueron interpretadas con una enorme solvencia. El tenor Raphael Höhn bordó su papel de evangelista, que es dicho sea de paso, absolutamente agotadora. El bajo Sebastian Myrus asombró como Jesús por la potencia de su voz, lo brillante en todo momento de cada uno de sus registros y la frescura y agilidad con que abordó tanto los recitativos, como las dos arias que cantó en la segunda parte del concierto.

Pero los dos solistas que tuvieron su noche, fueron sin duda los contratenores Alexander Chance  y  William Shelton. Chance fue sin duda el que más impresión causó en el público congregado la noche del 30 de marzo, pues bordó cada una de sus arias, destacando notablemente la que para muchos es la parte más conmovedora de toda la obra, el aria Erbarme dich. Acompañado al violín por Petra Müllejans, Chance cimbró las conciencias de cada uno de nosotros, abordando con voz templada este desgarrador lamento que es sin duda, una de las más hermosas arias jamás escritas y que Chance supo construir perfectamente. Dosifico su potente voz y fraseo con suma delicadeza y buen gusto, para concluir con un fino hilo de voz  dejarnos con el corazón erizado.

Shelton solo tuvo a su cargo una aria, la inolvidable  Können Tränen meiner Wangen pero impresionó tanto al público que al final de la velada fue uno de los más aclamados. Musicalidad sin límites, inteligencia, un extraordinario buen gusto al ornamentar y una impresionante técnica vocal son términos con los que podríamos calificar el trabajo presentado por Shelton.

No quisiera terminar esta crónica sin mencionar el maravilloso papel realizado por el coro infantil de nuestro querido Orfeó que fueron tanto en el coro inicial de la obra, como en el final de la primera parte, lo que se podía esperar de un coro  infantil, y que es la razón de que Bach los colocara en la obra: un rayo de luz en medio de tanta oscuridad y dolor.  Mientras se nos narra a los presentes, los terribles tormentos sufridos por Cristo, las dos veces que escuchamos al coro infantil, nos recuerdan la luz, la paz y la inocencia que el salvador significa para los cristianos. En medio de la obscuridad más absoluta, la esperanza de la redención.  Seguimos.

 

 

Un poeta del piano.

Un poeta del piano.

Para muchos es un poeta del piano; para otros es poseedor de una de las técnicas más sorprendentes de los últimos tiempos; para otros es la continuación de la gran escuela rusa, que cuenta con nombres como Serguéi Rajmáninov, Sviatoslav Richter, o Lázar Berman. Lo cierto es que un concierto de   Yevgueni Kissin es toda una oportunidad que no hay que perderse, pues la posibilidad de vivir una experiencia memorable está prácticamente asegurada.

El próximo viernes 17 de febrero, el Palau de la Música será el escenario en que este extraordinario pianista se presentará ante el público catalán, que suele acogerlo muy calurosamente. Dentro del programa que se ha anunciado podemos encontrar a varios de los autores fetiche, por  los que Kissin ha transitado a lo largo de su exitosa carrera. La primera parte del programa muestra una equilibrada muestra del amplio repertorio con que cuenta y lo profundo que ha logrado llegar en la obra de nombres como Bach, Mozart o Debussy. Así, la velada se iniciará con la Fantasía cromática y fuga, BWV 903 de J.S. Bach, para continuar con la Sonata para piano núm. 9, en Re mayor, KV 311 de W.A. Mozart. Ambas piezas sin duda son muestra del más elevado virtuosismo de sus autores;  obras que dentro de su época estaban pensadas para artistas de alto nivel y Kissin lo es absolutamente; pudiendo abordar con soltura la interpretación de dichas partituras atendiendo, en cada caso, al estilo que cada una de ellas exige.

Para concluir esta primera parte, el programa nos marca, una obra muy querida en «casa nostra», me refiero a Estampes de C. Debussy, pieza  estrenada en 1903 en París por el pianista catalán Ricardo Viñes y que es una de esas partituras   icónicas para muchos pianistas en la actualidad. Lo anterior es aun más notorio cuando pensamos en el brillante virtuosismo de Jardins sous la pluie, movimiento final de las tres  que integran la obra.Solo podemos frotarnos las manos de pensar lo que puede ser aquello con Kissin al piano.

Continuador de la gran tradición pianística rusa, Kissin consagra la segunda parte de su recital a una de las más altas cumbres de esta escuela: Serguéi Rajmáninov.

Rajmáninov en vida fue más celebrado como uno de los mejores pianistas del momento que como el autor que es ahora. Muchos veían su obra demasiado anticuada y centrada en un pasado que él férreamente se negó a olvidar. Así, podemos encontrar en obras como los 6 Études-Tableux, op. 39, ecos de una manera mucho más poética de concebir la música. La colección integrada por seis movimientos, está pensada de acuerdo con el modelo romántico, buscando en todo momento el lucimiento técnico del intérprete, pero apelando siempre también a la emotividad de quien escucha. No son solo ejercicios técnicos de alta escuela, sino piezas de un virtuosismo trascendental a la manera de Liszt, que permiten tanto al intérprete como al oyente acceder a otra dimensión de percepción.

La cita es, recuerden, el viernes 17 de febrero a las 20 horas, en el Palau de la música. Créanme que es toda una ocasión para disfrutar de uno de lo más grandes pianistas vivos de la actualidad

Folía de España

Folía de España

 

Esta semana les propongo escuchar más, y leer menos.  Se trata finalmente de disfrutar de la música. Así que hablaremos de   “les Folies d’Espagne” . Tema recurrente donde los haya durante todo el barroco y mucho tiempo atrás incluso. Su uso se extendió por varios siglos, casi todos los grandes nombres de nuestro canon musical en algún momento trabajaron con este tema.  La folia es el soporte armónico y melódico de maravillosas obras que en las más variadas presentaciones  han ido mostrando la maleabilidad de este tema.

(más…)

Por qué Bach es Bach. Y a tí… ¿No te gusta? (4º parte y final)

Por qué Bach es Bach. Y a tí… ¿No te gusta? (4º parte y final)

 

Hace unos días una querida amiga me preguntaba sobre cual me parecía a mí, el más grande “genio”  de la historia. Confieso que mi primer impulso fué decir, “Mozart” pero el recuerdo, del que mi pareja, cariñosamente ha bautizado como “papá Bach”, me lo impidió. Es indudable que la genialidad habitaba en Mozart, una genialidad casi milagrosa, (de ella ya hablaremos en próximos post), pero, Bach… ¿Entra en lo que conocemos como un  “genio”?

(más…)